Durante décadas, ha circulado un rumor extraño entre los trabajadores del sistema de alcantarillado de Nueva York (y de otras grandes ciudades del mundo): hay caimanes viviendo bajo las calles, ocultos en la oscuridad y la humedad de los túneles que la mayoría de la gente nunca ve.
Todo comenzó, dicen, en los años 30. Era común que turistas regresaran del sur de Estados Unidos o de países exóticos con pequeñas crías de caimán como mascotas. Eran adorables, apenas del tamaño de una lagartija, y podían comprarse por unos pocos dólares en tiendas clandestinas o mercados callejeros. Pero a medida que crecían, se volvían agresivos, imposibles de controlar y muy costosos de mantener.
Entonces, desesperados, algunos dueños decidían deshacerse de ellos de la manera más rápida y silenciosa posible: los tiraban por el inodoro.
Lo que nadie esperaba era que estas criaturas pudieran sobrevivir en ese entorno. Pero las leyendas afirman que lo hicieron. Alimentándose de ratas, basura y desechos químicos, los caimanes crecieron en la oscuridad, mutando, adaptándose, volviéndose más agresivos y resistentes.
Según los rumores, los trabajadores de mantenimiento se topaban con cadáveres de ratas despedazadas, marcas de garras en las paredes de concreto, y a veces… algo más. Ojos rojos que brillaban en la oscuridad, un chapoteo rápido seguido por un rugido gutural, y el eco de una criatura que no debería existir allí abajo.
En los años 70, un excomisionado de obras públicas declaró ante la prensa que «no había evidencia de reptiles gigantes en la red de alcantarillas». Pero los trabajadores seguían contando sus historias: uno dijo haber visto un caimán de casi dos metros arrastrando un saco de basura, otro juró haber perdido a un compañero que “resbaló” y desapareció en un túnel tras un grito ahogado.
Hoy en día, la ciudad lo niega todo. Pero algunos sostienen que hay sectores del subsuelo cerrados al público, con letreros que simplemente dicen: “No entrar – Riesgo biológico”.
Y si alguna vez notas que el agua de tu inodoro burbujea de forma extraña, o escuchas un crujido proveniente del desagüe… quizá, solo quizá, uno de ellos está allí abajo, esperando.