La conquista del Mediterráneo Occidental empezó con la guerra de Cartago, llamada también Guerras Púnicas, por la denominación de Puni o Phoeni, que se les daba a los cartaginenses. Se llevo acabo entre los años 264 y 146 a.C.
Después de conquistar la península Itálica los romanos llevaron sus armas hasta la Isla de Sicilia. Esto afectaba los intereses de los cartaginenses, ubicados en el norte de África. Esta rivalidad originó las Guerras Púnicas las cuales fueron tres:

Mapa Campaña Anibal Republica Romana

LA PRIMERA GUERRA PÚNICA (264 a 241 a.C.)

Después de una serie de derrotas y victorias entre ambos bandos, Amílcar Barca (El Rayo), jefe de la escuadra cartaginense, fue vencido frente las Islas Egates por el Cónsul Atilio Régulo, por lo cual los cartaginenses cedieron Sicilia a los romanos. Esta fue convertida e provincia romana, no obstante sus habitantes no tenían derecho cívico ni podían ingresar al ejército; pero si pagaban tributo a la República.

LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA (218 a 202 a.C.)

Cartago reinicio la guerra atacando la ciudad de Sagunto, aliada de los romanos, seguidamente Aníbal, hijo de Amílcar Barca con 26000 soldados y 40 elefantes, cruzó España, los Pirineos y los Alpes. En el trayecto debido a las inclemencias del clima y de la geografía accidentada murieron la mitad de sus soldados
Aníbal el gran estratega de la historia, aniquiló tres ejércitos romanos, en Trebia, Trasimeno y Cannas contando con el apoyo de los galos. Después de estas victorias, Roma fue sitiada pero no vencida gracias a las murallas. Posteriormente el ejercito de Cartago se debilitó, a tal punto que Aníbal se refugió en la Magna Grecia, después de haber sufrido varias derrotas.
Los romanos se reorganizaron bajo el mando de Escipión el “Africano”, e invadieron Cartago. Ante esta circunstancia Aníbal se vio obligado a regresar para defenderla; pero fue vencido en Zama, al sur de Cartago (202 a.C.). Gracias a esta victoria, Roma obtuvo la supremacía sobre Cartago, el Mediterráneo Occidental, España, Francia, Inglaterra y el norte de África.

LA TERCERA GUERRA PÚNICA (149 a 146 a.C.)

Lo iniciaron los romanos, recelosos de un renacimiento de Cartago. Inspirados por el Censor Marco Poncio Catón, quien exclamaba “delenda set Carthago” (Destruyamos Cartago). Dirigidos por Escipión Emiliano llamado el segundo Áfricano, los romanos pasaron al África y la ciudad de Cartago fue totalmente incendiada y destruida.

Primera Guerra Púnica

La Primera Guerra Púnica abarcó desde el año 264 a.C. hasta el 241 a.C. Esta Guerra Púnica se dio entre Roma y Cartago, dando como vencedora a Roma.

Causas

El foco donde comenzó la Primera Guerra Púnica fue Mesina, encendido por Hierón II de Siracusa, que en 275-274 a.C. había usurpado el dominio de la ciudad, mandada por los mamertinos, soldados oscos que tomaron este nombre de Mamer, dios Itálico de la guerra, los cuales pidieron ayuda a cartagineses y romanos.

Mapa de la Primera Guerra Púnica

Acontecimientos

De 264 a 260 a.C.

Ante el desembarco del cuerpo expedicionario romano, se aliaron Siracusa y Cartago: Hierón se une a los romanos en 263 a.C., que en el año 261 a.C. logran conquistar la zona occidental de la isla, hasta Akragás (Agrigento).
Generales Romanos: El tribuno militar C. Claudio. Cáudex; M. Valerio Máximo Mesala-M. Otacilio Craso; L. Postu-mio Megelo-Q. Mamilio Vítulo; L. Valerio Flaco-T. Otacilio.

Generales Cartagineses: Hannón, hijo de Aníbal; Aníbal hijo de Giscón: Amílcar, subjefe Bodo.

Hierón de Siracusa
Los romanos vencieron a los cartagineses en el mar, en la batalla de Mila, con una escuadra de 20 trirremes y 100 quinquerremes que construyó uno de los cónsules en el año 260 a.C. Cornelio Escipión Asina, tomando como modelo una nave cartaginesa. Al otro cónsul para este año, C. Duilio, se le encargó el mando del ejército. Prisionero Escipión, tomó el mando Duilio.,que venció a los cartagineses.

  • Toma de Segesta por Duilío.
  • Amílcar vence a los sicilianos cerca de Panormo (Palermo).

Desde la victoria de Mila hasta la partida de los romanos de Africa (260*255 a.C.)

260 – 258 a.C.
Generales Cartagineses: Hannón y Amílcar en Sicilia.

Generales Romanos: L. Cornelio Escipión; A. Atilio Cayatino-C.
Escipión incorporó Córcega para luego atacar en Cerdeña a los cartagineses. Más tarde venció a Hannón, que murió en la batalla.
258 a.C.: Nuevamente fueron derrotados los cartagineses: Aníbal huyó a Cartago y allí fue muerto por sus conciudadanos, mientras que Hannón derrotó a los romanos.
257 a.C.

Generales Cartagineses: Amilcar.

Generales Romanos: Cornelio Biasio-C. Atilio Régulo.

En este año se dio la batalla naval de Tíndaris en la que venció Atilio Régulo.
256 a.C.: En este año. después de la batalla naval de Ecnomo, desembarca por primera vez en África un ejército romano.
255 a.C.: En la batalla de Túnez, los romanos son vencidos por los cartagineses, con contingentes de mercenarios griegos mandados por Jantipo, mercenario espartano. Entre los prisioneros se encontraba Régulo. Más tarde, tuvo lugar la catástrofe de la flota romana cerca de Camarina, en la costa sur de Sicilia, donde se perdieron 284 barcos de 364.

Desde la salida de los romanos de Africa hasta su victoria en las islas Egatas (255-241 a.C.)

Generales Cartagineses: Amilcar.

Generales Romanos: l. Cornelio Escipión-A
254 a.C la mayor parte de la costa norte de Sicilia, una parte del interior del país y algunas localidades de la costa sur caen en manos de Roma.
251 a.C. Generales cartaginenses: Asdrúbal; Generales Romanos: Furio Pacilo.
Tiene lugar la batalla de Panormo, en la que vence Roma.
Asdrúbal fue condenado a muerte in absentia. Más tarde fue empalado.
250 a.C. : Generales romanos: C. Atilio Régulo-L. Manlio Vulso.
Generales cartagineses: Aníbal, hijo de Aníbal-Alexon. mercenario aqueo: Aníbal. hijo de Amílcar.
249 a.C.: Generales romanos: Claudio Pulcro-L. Junio Pulo.
Generales cartagineses: Adérbal. Cartalón.
Los cartagineses vencen en la batalla naval de Drépano. Tras varios años de agitadora guerra terrestre de posiciones contra el cartaginés Amílcar Barca, sucesor de Asdrúbal.
241 a.C.: Los romanos vencen en la batalla naval de las islas Egatas.
Y se concluye la paz. firmándose un tratado definitivo que recoge Polibio (III. 27. 2-6). Por ella, Cartago renunció a Sicilia, que se convertirá en la primera provincia romana.

La Confederación Itálica después de la Primera Guerra Púnica

Roma había conseguido colonizar el territorio comprendido desde el Lacio al Piceno, hasta la costa del Adriático, al sur de Etruria y el norte de Campania.
En el interior de este territorio estaban enclavadas:

  1. Ciudades no romanas aliadas, como Tíbur y Praeneste.
  2. Ciudades federadas: Gabies, Aricia, Capena.
  3. Los romanos inscritos en las tribus formaban una especie de aristocracia, con ius sufragii, ius honorum, ius connubii, e ius comercii.
  4. Otros eran los vencidos, rendidos por las armas (dediticii), a los que Roma concedía derechos civiles: pero rehusaba concederles los políticos (civis sine suffragio).
  5. La política que seguía con las ciudades de origen etrusco o griego, extrañas por el idioma, era la de la deditio.
  6. Una nueva distinción era la de latinos (latini) y aliados (foederati).
  7. En lo que respecta a las ciudades del Lacio; estaban habitadas por proletarii procedentes de Roma. Los latinos estaban privado del ius connubii con Roma.
  8. Las demás ciudades itálicas sometidas que no eran municipios, ni colonias romanas ni ciudades latinas estaban unidas a Roma por pactos de alianza (foedera) de diversas formas y tratos. Así, Nápoles gozaba de situación más privilegiada que Tarento.

Segunda Guerra Púnica

La Segunda Guerra Púnica se dio entre los años 218 a.C. y 201 a.C. En esta etapa de las Guerras Púnicas sobresalió el nombre de Anibal quien derrotó a Roma en muchas batallas, siendo uno de sus principales rivales por parte de Cartago.

Las causas

Según Polibio

La causa de la guerra, analizada por Polibio fue el espíritu de desquite de Cartago contra Roma por las humillaciones de la Primera Guerra Púnica.

La causa de la guerra: Sagunto

La ciudad de Sagunto en el litoral mediterráneo hispano, era la capital de los edetanos, gran puerto de desembarco de navios comerciales.
Cartago había prohibido a Aníbal faltar a los pactos con Roma, pero la ciudad estaba al sur del Ebro, en la zona de influencia cartaginesa, según el tratado de 226 a.C. Los autores antiguos no están de acuerdo sobre el motivo del ataque a Sagunto y la declaración de guerra romana.

Mapa de la Segunda Guerra Púnica

Acontecimientos

El sitio de Sagunto comenzó a fines del 220 a.C. o principios del 219 a.C. y cayó en manos de Aníbal al cabo de ocho meses.

La marcha de Aníbal hacia Italia

Luego Anibal sometio a los ilergetes y atravesó los Pirineos, llegando al Ródano, consiguiendo la ayuda de los galos de Italia.

La ofensiva romana

Roma encargó la dirección de la guerra a Publio Cornelio Escipión. El plan de Roma de doble ataque en Hispania y en África, partiendo de Sicilia, quedó sin efecto al pasar Aníbal los Alpes, en una marcha sorprendente.

La guerra en Hispania

Mientras tanto, Asdrúbal, hermano de Aníbal, se quedó en Hispania al mando de un ejército, contra el que Cornelio Escipión envió a su hermano Cneo Cornelio Escipión.

Las primeras batallas italianas de Aníbal

Fueron tres:
1. Tesino (otoño 218 a.C.).
2. Trebia (diciembre 218 a.C.), donde fueron vencidos los cónsules Tiberio Sempronio Longo-Escipión.
3. Trasimeno (21 de junio 217 a.C.). batalla en la que fue vencido el cónsul Cayo Flaminio.

La reacción en Roma

La conmoción ante estos acontecimientos fue tan grande que se nombro Dictador a Quinto Fabio Máximo Cuntator, que dirigió la ofensiva contra Anibal.

Cannas

Aníbal Barca

Los cónsules Lucio Emilio Paulo y Marco Terencio Varrón le sucedieron y el 2 de agosto del año 216 a.C. tuvo lugar la batalla de Cannas.
En ella murieron casi 50.000 romanos y murió el cónsul Emilio Paulo. La táctica de Aníbal fue colocar a la infantería en el centro, que cedió fácilmente al empuje de los romanos. Pero las alas del ejército cartaginés, compuestas por la caballería gala y númida envolvieron a los legionarios romanos.
Esta batalla ha quedado en los anales de la historia de la táctica militar como el clásico ejemplo de la táctica de envolvimiento por los flancos.

Aníbal no ataca Roma (Aníbal ad portas)

A pesar de sus cuatro victorias y de los consejos de sus generales. Aníbal no atacó Roma, tal vez muy defendida por sus fuertes murallas, aunque todas las suposiciones que hagamos son gratuitas. ya que el motivo no se sabe.
Y tal vez. si lo hubiese hecho, hubiese cambiado el curso de la historia.
A raíz de esta derrota romana, se unieron a Aníbal los samnitas, lucanos y brutios, aunque quedaba firme el bloque de la Italia central.

Aníbal después de Cannas

Aníbal invernó en Campania, sin poder seguir su ofensiva, al no conseguir refuerzos. Luego buscó la alianza con Filipo V de Macedonia. En Sicilia, la muerte de Hieran dio origen a una lucha sucesoria y a la alianza de Siracusa con Cartago.
En el 212 a.C., Aníbal conquistó Tarento; y Roma se alió con la Liga Etolia en su lucha contra Filipo de Macedonia, que a su vez, estaba aliado con Cartago. También se unieron a la lucha Elis, Mesenia y Esparta y más tarde Atalo I de Pérgamo.

Batalla de Cannas

La guerra en Hispania e Italia

En Hispania, los dos Escipiones fueron derrotados en las batallas de Cástulo y Cazlor (212 a.C.).
Dos años más tarde, Publio Cornelio Escipión, procónsul y Marco Junio Silano, como propretor, conquista Cartagonova (209 a.C.) tras la batalla de Baecula, en la que participaron como aliados de los romanos los ilergetes, mandados por Indibil, los ilergavones, con Mardonio y los edetanos con Edescon.
Asdrúbal, tras grandes pérdidas, logró abrirse paso a través de los Pirineos y emprendió la marcha hacia Italia. Mientras tanto, Roma retiró sus tropas de Grecia, y Macedonia concluye la paz con la Liga etolia.
En Italia Asdrúbal fue vencido y muerto en Metauro (207 a.C.) por los cónsules romanos M. Livio Salinator y C. Claudio Nerón, que utilizaron la táctica envolvente cartaginesa.
En Hispania, Escipión venció en Ilipa (206 a.C.) sobre los generales cartagineses Giscón y Magón, avanzando sobre Cádiz. Magón huyó con la escuadra cartaginesa hacia las Baleares y de allí a Génova, donde intentó levantar contra Roma a ligures y galos. Con estos hechos terminó el dominio cartaginés sobre Hispania.

El final de la Segunda Guerra Púnica. Zama

En el 205 a.C., Escipión regresó a Roma. Y se concluyó la paz con Filipo V de Macedonia.
En 204 a.C.. Escipión desembarcó en África. Masinisa se pasó al bando romano. Tras la derrota cartaginesa en Túnez y unas infructuosas negociaciones de paz, Cartago solicitó a Aníbal que regresase de Italia. Mientras tanto, murió Magón en el norte de Italia.
La derrota definitiva de Anibal se produjo en Zama (202 a.C.). Aníbal huyó a Hadrumetum, aconsejando que se firmase un tratado con Roma
Por las cláusulas de este tratado Cartago:

  • Abandonó sus pretensiones sobre la Península Ibérica.
  • Entregó Numidia a Masinisa.
  • Siracusa queda anexionada a la provincia romana de Sicilia.
  • Se comprometió a pagar una indemnización de 1.000 talentos en 50 años.
  • También a entregar la flota, excepto 10 trirremes.
  • Renunció a toda acción bélica fuera de África.
  • Mientras que en ella sólo podría actuar con la autorización de Roma.

Escipión recibió por esta victoria el sobrenombre de «Africano».

Batalla de Zama

Consecuencias de la Secunda Guerra Púnica en Roma

Las Guerras Púnicas significaron para Roma un final y un punto de partida:

  • Final de un mundo provinciano, limitado a la Península italiana.
  • Comienzo de la fase «internacional», poniéndose frente a frente las dos mitades oriental y occidental, del Mediterráneo
  • Obligando a una reestructuración de la sociedad y el Estado romanos.
  • Las guerras púnicas obligaron a aumentar los efectivos militares, terrestres y navales, aumentando los gastos, los ingresos públicos, los tributos y las prestaciones personales del individuo, representando un conjunto de fenómenos que equivalía a una revolución social.
  • El exclusivismo tradicionalista de Roma desaparecería en contacto con el mundo oriental.
  • La extensión del servicio militar a sectores sociales cada vez más amplios haría prevalecer a la multitud sobre el patriciado.
  • Influyen sobre Roma ideas extranjeras, exóticas, que terminarán con su provincialismo.
  • En el 208 a.C., Roma dio entrada en el Senado a los aliados.

Consecuencias económicas: Crisis económica

  • Originada por la escasez de numerario.
  • El peso del as fue rebajado a la mitad.
  • Aparecen en la historia de Roma los publicani denominados así porque se encargaban, bajo adjudicación, de percibir las rentas y de ejecutar los trabajos públicos.
  • El Estado se constituyó por primera vez en garante de los bienes de los huérfanos y las viudas.
  • Se produjo un control fiduciario en forma desconocida en los países modernos. En 210 a.C. se fijó un máximo para las sumas que los particulares podían conservar en metálico.
  • La crisis económica disminuyó después de la batalla de Metauro.
  • En 204 a.C.. el censor Livio creó un impuesto sobre la sal que le valió el impopular nombre de Salinator.

Estas operaciones eran un exponente de la crisis, pero también de la actividad comercial.

Consecuencias políticas: Crisis política

  • Terminó con las disputas entre patricios y plebeyos, pues la fraternidad creada por las luchas consiguió terminar con las diferencias de origen.
  • En 215 a.C. fueron nombrados dos cónsules plebeyos.
  • Los tribunos de la plebe adquieren cada vez más importancia porque los magistrados curules están ausentes, en la guerra
  • En el 209 a.C. un plebeyo llegó a Pontífice Máximo.
  • Desde 207 a.C. la plebe eligió anualmente 24 tribunos militares.
  • El final de la Segunda Guerra Púnica marcó el auge de la influencia senatorial. Patricios senadores y plebeyos se pusieron tácitamente de acuerdo para hacer perder importancia a la magistratura de Dictadura, a la que se había tenido que recurrir tres veces durante la ofensiva de Aníbal.

Tercera Guerra Púnica

La tercera Guerra Púnica fue la última guerra librada entre Roma y Cartago entre los años 149 y 146 a.C. En esta última guerra Roma salió victoriosa. Cartago fue completamente destruida por los romanos.

El motivo

Masinisa, rey de Numidia convertido en agente de Roma, hostigaba a los Cartagineses, arrastrando a Cartago a una guerra defensiva en el 150 a.C. Esta fue la excusa que hizo intervenir a Roma, que acusó a su rival de haber violado las cláusulas del Tratado entre ambas del del 201 a.C. que le prohibía cualquier acción militar.

Los hechos

Ante el violento avance romano en territorio Púnico, la vecina ciudad de Utica se rindió y Cartago pidió condiciones de paz.
La primera de todas fue que debía entregar las armas y Cartago las entregó. Pero cuando se negó a ser desmantelada y trasladar la capital al interior, tras un asedio de varios años.

Escipion “El Africano”

Destrucción de Cartago

Escipión Emiliano tomó Cartago tras un terrible combate. La valiente ciudad fue arrasada, su territorio convertido en ager publicus de Roma, pasando a ser el territorio cartaginés la Provincia Romana de África.
Cartago ciudad fue maldita y se prohibió su reconstrucción bajo pena de muerte por «sacrilegio». Los habitantes que sobrevivieron o no pudieron escapar antes (muchos se habían trasladado al sur de Hispania con sus fortunas y a las vecinas Tripolitania y Cuenaica) fueron vendidos como esclavos y cincuenta de ellos acompañaron a Escipión a Roma, desfilando en su Triunfo.

Mapa de invasión a Cartago

Las Guerras Púnicas: La Verdad Oculta Que Cambió El Mediterráneo Antiguo

Las guerras púnicas fueron mucho más que simples conflictos militares; representaron una lucha decisiva que transformó por completo el mundo mediterráneo antiguo. Durante más de un siglo, Roma y Cartago, dos potencias emergentes con ambiciones expansionistas, se enfrentaron en tres sangrientos conflictos que dejaron millones de muertos y cambiaron para siempre el rumbo de la historia occidental. Sin embargo, detrás de la narrativa tradicional que conocemos, existen verdades ocultas que raramente se mencionan en los libros de historia convencionales.

A pesar de su importancia histórica, muchos desconocen cómo estos enfrentamientos redefinieron las estructuras de poder, la economía y hasta la cultura del Mediterráneo. El relato que ha llegado hasta nuestros días está fuertemente influenciado por la propaganda romana, ofreciendo una visión parcial de lo sucedido. En este artículo, exploraremos no solo los eventos principales de las guerras púnicas, sino también aquellas realidades menos conocidas que explican cómo Roma aprovechó estos conflictos para convertirse en la superpotencia indiscutible del mundo antiguo.

El mundo antes de las Guerras Púnicas

El Mediterráneo del siglo III a.C. presentaba un escenario de poderes emergentes que pronto chocarían por el control de las rutas marítimas y territorios estratégicos. Dos civilizaciones destacaban sobre las demás, cada una con sus propias fortalezas y ambiciones expansionistas que las pondrían en rumbo de colisión.

Roma y Cartago: dos potencias en ascenso

Desde su fundación en el siglo VIII a.C., Roma había experimentado una transformación notable. Para el año 264 a.C., la República ya controlaba toda la península itálica, incluyendo la Magna Grecia en el sur. Este proceso de expansión respondía principalmente a una política imperialista adoptada por el patriciado romano, quien buscaba aliviar las tensiones sociales internas dirigiendo las ambiciones hacia territorios externos.

Por otra parte, Cartago, fundada por colonos fenicios en la costa del actual Túnez durante el siglo IX a.C., había desarrollado un vasto imperio comercial. Para el año 300 a.C., los cartagineses controlaban el territorio más extenso de la región mediterránea occidental, incluyendo la costa noroeste de África, el sur de Iberia y las islas de Sicilia, Cerdeña, Córcega, Malta y las Baleares. Su poderío se basaba principalmente en su formidable armada, considerada sin rival en la época.

Las diferencias entre ambas potencias no se limitaban solo a la ubicación geográfica. Mientras Cartago se centraba en el comercio y la navegación, Roma desarrollaba una sociedad más militarizada, orientada a la conquista territorial. Esta dicotomía fundamental intensificaría las tensiones futuras.

El control del Mediterráneo occidental

Hacia el siglo II a.C., el comercio mediterráneo estaba dividido: el Mediterráneo oriental (mares Egeo, Adriático y Jónico) estaba dominado por ciudades griegas, mientras que el occidental era zona de influencia cartaginesa, con excepción del mar Tirreno donde Cartago compartía aguas con etruscos y colonias griegas.

Los romanos, aunque inicialmente centrados en expansiones terrestres, comenzaron a interesarse por el mar durante el siglo VI a.C. Según las fuentes, Roma había fundado vías de comercio marítimo entre los siglos VI y IV a.C., y la lenta desarticulación de la civilización etrusca les permitió apoderarse de puertos estratégicos. Un punto crucial en esta evolución ocurrió en el año 338 a.C., cuando el ejército romano conquistó la flota naval de Anzio, definiendo su dominio sobre uno de los puertos más importantes de la península.

Sin embargo, Roma se encontraba en desventaja naval frente a Cartago. Mientras los romanos contaban con el ejército terrestre más poderoso, los cartagineses poseían la armada más formidable del Mediterráneo, protegiendo así su imperio comercial con una fuerza que ninguna otra potencia podía igualar.

Tensiones comerciales y territoriales

Las relaciones entre Roma y Cartago inicialmente se caracterizaron por la cooperación diplomática. Entre los años 509 a.C. y 278 a.C., ambas potencias firmaron cuatro tratados principales que delimitaban sus áreas de influencia. El primer tratado (509 a.C.) prohibía a Roma navegar más allá del cabo Farina, mientras que Cartago se comprometía a respetar el Lacio. El último (278 a.C.) establecía ayuda mutua contra Pirro de Epiro, reafirmando anteriores disposiciones territoriales.

No obstante, tras expulsar a Pirro y consolidar su hegemonía en Italia, Roma se enfrentaba a una decisión crucial: expandirse hacia el norte contra los galos o mirar hacia el sur, hacia las islas del Mediterráneo controladas parcialmente por Cartago. Además, la competencia por recursos económicos vitales —metales preciosos, productos agrícolas y esclavos— aumentaba las tensiones.

La percepción mutua de amenaza fue determinante: para Roma, Cartago representaba un obstáculo a su expansión marítima, mientras que para Cartago, Roma era una potencia emergente que podría desestabilizar su imperio comercial. Esta complementariedad económica y política, que podría haber permitido un desarrollo conjunto del Mediterráneo, finalmente cedió ante ambiciones expansionistas incompatibles.

La Primera Guerra Púnica: el inicio del conflicto

La chispa que encendió el mayor conflicto naval de la antigüedad surgió de un problema local aparentemente menor. En Sicilia, una tierra estratégicamente ubicada entre dos potencias en expansión, se desarrollaría el primer capítulo de las guerras púnicas.

Causas del enfrentamiento en Sicilia

Todo comenzó con los Mamertinos, mercenarios de Campania que en el año 289 a.C. tomaron a traición Mesina tras quedarse sin trabajo por la muerte de su patrón, Agatocles de Siracusa. Estos invasores masacraron a gran parte de la población, expulsaron a los hombres supervivientes y se quedaron con sus mujeres y propiedades. Durante más de dos décadas, convirtieron Mesina en base para sus actividades de piratería y saqueo por toda Sicilia.

Hierón II de Siracusa decidió enfrentarse a esta amenaza a partir del 270 a.C. y para el 265 a.C. había logrado sitiar Mesina. Los Mamertinos, viéndose acorralados, cometieron un error fatal: pidieron ayuda a Cartago primero, para luego traicionarles solicitando protección romana contra la supuesta «agresión cartaginesa».

El Senado romano, tras intensos debates, decidió enviar una guarnición a Mesina. Los cartagineses, indignados, enviaron a Amílcar Barca en apoyo de Siracusa. Así, un conflicto local entre dos ciudades sicilianas se transformó en una guerra a gran escala por el control de toda la isla.

Batallas navales y avances tecnológicos

Tras la derrota cartaginesa en Agrigento, los púnicos decidieron evitar enfrentamientos terrestres directos con las legiones romanas, concentrándose en su superioridad naval. Su flota era inicialmente mejor en todos los aspectos: tripulaciones experimentadas, mayor número de naves y tecnología superior.

Sin embargo, Roma reaccionó con asombrosa determinación. En menos de dos meses, los romanos construyeron una flota de más de 100 naves. Además, introdujeron una innovación decisiva: el corvus, un puente móvil con un garfio que, al caer sobre un barco enemigo, permitía a los legionarios romanos abordarlo y convertir la batalla naval en un combate terrestre.

Esta táctica revolucionaria dio frutos inmediatos. En la batalla de Milas (260 a.C.), los romanos sorprendieron a los cartagineses, que ni siquiera se habían molestado en formar líneas de batalla, menospreciando las habilidades navales romanas. El comandante cartaginés tuvo que huir en un bote de remos al ver su buque insignia capturado.

La culminación de esta innovación naval llegó en la batalla del cabo Ecnomo (256 a.C.), posiblemente el mayor enfrentamiento naval de la historia antigua, con aproximadamente 330 barcos por cada bando y cerca de 290.000 hombres implicados. Los romanos formaron cuatro escuadrones de batalla que desbarataron las líneas cartaginesas, hundiendo 100 barcos enemigos.

No obstante, Cartago contraatacó en la batalla de Drépano (249 a.C.), donde su superior habilidad marinera les permitió capturar 93 de los 120 barcos romanos. El comandante romano, que había atacado precipitadamente, fue juzgado por traición en Roma.

El tratado de paz y sus consecuencias

La guerra se prolongó durante 23 años, con inmensas pérdidas en ambos bandos: se perdieron setecientos quinquerremes romanos y quinientos cartagineses, junto con cientos de miles de vidas.

Finalmente, la victoria romana en la batalla de las Islas Egatas el 10 de marzo del 241 a.C. forzó a Cartago a pedir la paz. La flota cartaginesa, enviada para aliviar Drépano, fue derrotada por 200 barcos romanos: 50 naves cartaginesas fueron hundidas, 70 capturadas y se tomaron 10.000 prisioneros.

En el tratado de paz, Cartago cedió Sicilia a Roma, que se convirtió en su primera provincia. Además, tuvo que abandonar todas las pequeñas islas entre Sicilia y África y pagar una indemnización de 3.200 talentos durante diez años.

El enorme esfuerzo de construir mil galeras durante la guerra sentó las bases para el dominio marítimo romano durante seiscientos años, transformando a Roma en la potencia principal del Mediterráneo occidental.

La Segunda Guerra Púnica: Aníbal y la amenaza a Roma

Tras la derrota en la Primera Guerra Púnica, Cartago buscó resarcirse expandiendo su influencia en la península Ibérica. Bajo el liderazgo de Aníbal Barca, hijo de Amílcar, los cartagineses planearon un ataque directo contra el corazón de Roma que cambiaría el curso de la historia.

El cruce de los Alpes

En el año 218 a.C., Aníbal tomó una decisión que sorprendió al mundo antiguo: atacar Italia por tierra, cruzando los formidables Alpes. Con un ejército multiétnico compuesto por unos 50.000 infantes, 9.000 jinetes y 37 elefantes, inició su marcha desde Hispania. Durante el trayecto, atravesó los Pirineos y el sur de la Galia, enfrentando resistencia de tribus locales.

El paso por los Alpes, probablemente a través del Col de la Traversette a casi 3.000 metros de altitud, representó un desafío sin precedentes. Las condiciones extremas y el terreno accidentado cobraron un alto precio: al descender hacia las llanuras italianas, su ejército había perdido casi la mitad de sus efectivos y solo sobrevivieron tres elefantes. Sin embargo, esta hazaña militar logró lo imposible: llevar la guerra directamente al territorio romano cuando menos lo esperaban.

La batalla de Cannae y el terror en Roma

Tras vencer a los romanos en los encuentros del Tesino, Trebia y lago Trasimeno, Aníbal enfrentó al mayor ejército jamás reunido por Roma en Cannae, el 2 de agosto del 216 a.C. Con brillante estrategia, posicionó a sus tropas en formación de media luna, ocultando su infantería pesada detrás de los galos e íberos. Cuando las legiones romanas avanzaron confiadas, la caballería cartaginesa ejecutó una maniobra envolvente perfecta.

El resultado fue devastador: 45.000 legionarios y 2.700 jinetes romanos muertos, frente a menos de 8.000 bajas cartaginesas. Roma se sumió en el pánico, sacrificando incluso parejas de galos y griegos enterrados vivos para aplacar a sus dioses. Para enfrentar la amenaza, reclutaron a 8.000 esclavos prometiéndoles libertad si combatían.

El contraataque romano en Hispania y África

Mientras Aníbal dominaba Italia, Roma cambió su estrategia. En Hispania, el joven Publio Cornelio Escipión, superviviente de Cannae, logró expulsar a las fuerzas cartaginesas y cortar sus líneas de suministro. Cuando Asdrúbal Barca intentó reunirse con su hermano en Italia cruzando también los Alpes, fue interceptado y derrotado; su cabeza fue arrojada al campamento de Aníbal.

Finalmente, Escipión llevó la guerra a África, obligando a Aníbal a regresar para el defensor Cartago. En la batalla de Zama (202 a.C.), Escipión aplicó las lecciones aprendidas contra el general cartaginés: neutralizó a los elefantes creando corredores en su formación y utilizó la caballería para atacar por la retaguardia. Aníbal sufrió la derrota definitiva, con 24.000 cartagineses muertos frente a 4.000 romanos, poniendo fin a la Segunda Guerra Púnica.

La Tercera Guerra Púnica: la destrucción de Cartago

Cincuenta años después de la derrota ante Escipión el Africano, Cartago experimentaba un notable resurgimiento económico que inquietaba profundamente a Roma. La Tercera Guerra Púnica, aunque breve (149-146 a.C.), sellaría definitivamente el destino de la otrora poderosa civilización fenicia.

Motivos detrás de una guerra inevitable

El principal impulsor de este conflicto fue Marco Porcio Catón quien, tras visitar Cartago en 152 a.C., quedó impresionado por su prosperidad comercial. A partir de entonces, comenzó a concluir todos sus discursos en el Senado, independientemente del tema, con la célebre frase: «Delenda est Carthago» (Cartago debe ser destruida). Esta postura encontró respaldo entre comerciantes romanos que veían con recelo la competencia púnica.

El pretexto para la guerra surgió cuando Numidia, aliada de Roma y gobernada por Masinisa, atacó territorios cartagineses en 151 a.C. y sitió la ciudad de Oroscopa. Aunque Cartago había terminado de pagar su indemnización a Roma, se vio forzada a defenderse militarmente, violando así el tratado que prohibía emprender acciones bélicas sin consentimiento romano.

El asedio final y la caída de la ciudad

Cuando Roma declaró la guerra, Cartago intentó rendirse incondicionalmente. No obstante, los romanos exigieron no solo todas sus armas, sino también el traslado de la ciudad 15,4 km tierra adentro, condición que los cartagineses rechazaron al significar perder su identidad marítima y comercial.

La ciudad resistió heroicamente durante tres años. Aunque desarmada inicialmente, los cartagineses fabricaron armas día y noche, reforzaron murallas y recolectaron provisiones. Las mujeres incluso donaron su cabello para fabricar cuerdas para las catapultas. La situación cambió drásticamente cuando Publio Cornelio Escipión Emiliano tomó el mando en 147 a.C., aislando completamente la ciudad por tierra y mar.

El fin de una civilización

En primavera del 146 a.C., los romanos finalmente penetraron las defensas cartaginesas. Durante seis días se libró una brutal batalla urbana donde los legionarios avanzaban demoliendo muros y pasando por los techos. Los últimos 50.000 supervivientes se refugiaron en el templo de Eshmún, donde Asdrúbal, líder cartaginés, se rindió.

Siguiendo órdenes del Senado, Escipión ordenó la destrucción total de la ciudad. Todos los supervivientes fueron esclavizados y se decretó una maldición sobre el lugar. Según cuenta Polibio, Escipión lloró al contemplar las ruinas y citó un pasaje de la Ilíada: «Llegará un día en que Ilión, la ciudad santa, perecerá», añadiendo: «Temo que algún día alguien habrá de citarlos viendo arder Roma».

La destrucción de Cartago consolidó el dominio romano en el Mediterráneo occidental, transformando este mar en un «lago romano» y eliminando definitivamente a la única civilización capaz de rivalizar con su poder.

Verdades ocultas y consecuencias duraderas

Más allá de las batallas y conquistas, las guerras púnicas dejaron un legado profundo que moldeó todo el mundo mediterráneo durante siglos. La destrucción de Cartago no fue simplemente un evento militar, sino un punto de inflexión que alteró el curso de la civilización occidental.

El papel de la propaganda romana

La imagen de Cartago, que ha llegado hasta nuestros días, está fuertemente distorsionada por la narrativa romana. Los autores latinos como Tito Livio y Floro popularizaron el concepto de Púnica fides (lealtad púnica), término irónico y despectivo que presentaba a los cartagineses como personas desleales y traicioneras. Este retrato negativo, promovido por el patriotismo y la propaganda interna de Roma, choca frontalmente con la realidad histórica.

Paradójicamente, fueron los romanos quienes violaron repetidamente los acuerdos. Tras la Primera Guerra Púnica, aprovecharon la inestabilidad interna de Cartago durante la Guerra de los Mercenarios para ocupar ilegalmente Cerdeña y Córcega, a pesar del tratado vigente. Esta estrategia propagandística sirvió para justificar intervenciones militares y esconder las verdaderas ambiciones expansionistas de la élite senatorial romana.

Transformación del Mediterráneo en un ‘lago romano’

Durante varios siglos, el Mediterráneo se convirtió en el Mare Nostrum (Nuestro Mar), un auténtico «lago romano» circundado por territorios del Imperio. El dominio romano fue garantizado por su poderosa armada que, aunque inicialmente improvisada, llegó a comprender todas las fuerzas navales del Antiguo Estado Romano.

Esta hegemonía marítima permitió que el comercio floreciera como nunca antes. El Mediterráneo se transformó en la gran arteria para el tráfico comercial, propiciando una prosperidad sin precedentes en toda el área. Productos como el vino galo e hispano, el trigo egipcio, los tejidos orientales y el aceite del valle del Guadalquivir circulaban libremente en este nuevo mercado unificado.

Impacto en la economía y esclavitud

La conquista generó profundas transformaciones económicas. Los miembros de la élite romana, enriquecidos con sus negocios en Oriente e Hispania, invirtieron sus ganancias en Italia adquiriendo latifundios que explotaban gracias a la mano de obra esclava.

Como consecuencia, muchos pequeños propietarios italianos tuvieron que abandonar el campo para mudarse a grandes ciudades como Roma. Este fenómeno, junto con las importaciones ultramarinas que generaban mayor competencia, provocó un empobrecimiento generalizado de los pequeños agricultores mientras se consolidaba una estructura económica basada en latifundios y esclavitud.

Cambios en la política interior de Roma

La expansión territorial transformó profundamente la propia República romana. Antes del 265 a.C., el Senado decidía anualmente dónde enviar a los dos cónsules y cuántas tropas movilizar. Tras las guerras púnicas, ese proceso continuó siendo similar, pero ejecutado por un número cada vez mayor de magistrados para administrar las nuevas provincias.

Al carecer de recursos y estabilidad económica durante los periodos de crisis, Roma delegó la protección naval y militar en los ciudadanos más poderosos económicamente. Esta concentración de poder en manos de individuos como Pompeyo, nombrado Imperator con autoridad sobre 500 barcos, sentó las bases para las futuras guerras civiles que acabarían con la República y darían paso al Imperio.

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