El asesinato de César. Único señor de Roma tras quebrantar las últimas resistencias de los núcleos pompeyanos, Julio César soñó en un poder personal ilimitado y una monarquía que rigiera con imparcialidad a todos sus súbditos, convertidos por ella en ciudadanos del Imperio con igualdad de derechos. Llegado al poder gracias a las divergencias entre las facciones, trató superarlas mediante un nuevo orden para el establecimiento del cual quiso atraerse la colaboración de los menos acérrimos de sus adversarios; a tal fin empezó un programa de reformas. Hay que subrayar sobre todo sus medidas sociales, consistentes en una fecunda y original política de colonización en beneficio de sus veteranos y de un gran número de proletarios de la Urbe, y la concesión del derecho de ciudadanía romana a comunidades extraitalianas como premio a su lealtad y a sus servicios. Pero su progresivo aislamiento, la imposibilidad de satisfacer a todos los sectores y el temor que su acumulación de poder acabara con las instituciones republicanas precipitaron su final. Fue asesinado en los Idus de Marzo del 44, en un complejo complot que involucró a numerosas figuras del Senado, como Cicerón, que le había combatido durante la guerra civil y a quien había perdonado para luego intercambiar abundante correspondencia. En la imagen, El asesinato de César (1867), obra de Jean Léon Gerome.

El asesinato de César.

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